Lo que más hacemos los rebeldes es soñar: con un mundo distinto, más justo, más libre. Esos son sueños universales... depués tengo los mios, propios, personales, y que son gigantes, porque para soñar no hay medida. No sé cuándo voy a hacerlos realidad. Además, tengo todo el tiempo del mundo y, lo principal: tengo ganas de concretarlos. Y cuando yo tengo ganas de algo... no me para nadie.
Imagino muchas cosas: me veo recorriendo el camino, intentando, aprovechando las oportunidades.
Otros ya soñaron antes y lo consiguieron. Entonces ¿por qué no lo voy a lograr yo? Quiero seguir soñando, siempre.
Los sueños me mantienen viva, me dan esperanza, me dan la fuerza que necesito para levantarme todos los dias y salir a pelear sólo por cumplirlos.
miércoles, 8 de octubre de 2008
Mis sueños
martes, 7 de octubre de 2008
Temor I
El temor mata a la mente. El temor es la pequeña muerte que nos lleva a la extinción total. He de enfrentarme a él. Permitiré que pase sobre y a través de mí. Nada debo temer.
Sandra S.U.
Sandra S.U.
domingo, 5 de octubre de 2008
Quien somos, qué queremos
La vida es un camino que nos obliga a andar y andar. En el recorrido, nos regala campos floridos, aunque también cuestas empinadas o bajadas peligrosas.
Pero pase lo que pase, hay que seguir andando, aunque a veces nos quedemos solos, a oscuras, sin saber a dónde vamos y, lo que es peor, sin saber quiénes somos y qué queremos.
Por el solo hecho de estar vivos, no podemos detenernos. No importa cómo ni por dónde, pero hay que seguir. No está mal dudar o cambiar el trayecto. No está mal no saber o equivocarse. Lo malo es detenerse. Porque en cualquier momento, a la vuelta de la esquina, sorpresivamente aparecerá algo o alguien que nos prenderá hogueras en los ojos, que encenderá estrellas en el cielo y que nos llenará el corazón de sueños. Y entonces ahí si, veremos qué claro está todo, porque por fin sabremos qué queremos.
Pero pase lo que pase, hay que seguir andando, aunque a veces nos quedemos solos, a oscuras, sin saber a dónde vamos y, lo que es peor, sin saber quiénes somos y qué queremos.
Por el solo hecho de estar vivos, no podemos detenernos. No importa cómo ni por dónde, pero hay que seguir. No está mal dudar o cambiar el trayecto. No está mal no saber o equivocarse. Lo malo es detenerse. Porque en cualquier momento, a la vuelta de la esquina, sorpresivamente aparecerá algo o alguien que nos prenderá hogueras en los ojos, que encenderá estrellas en el cielo y que nos llenará el corazón de sueños. Y entonces ahí si, veremos qué claro está todo, porque por fin sabremos qué queremos.
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