jueves, 24 de julio de 2008

By "Harticulos"

Quién no ha subido nunca a la cornisa de las cosas imposibles. Quién no ha palpado jamás el vacío de un por qué no. Quién no ha sentido el precipicio de las cosas que algún día juró no hacer. Quién no se ha visto en el espejo de un me da miedo, de un ya nos veremos, de un quédate hoy. Que levanten la mano y escondan la piedra. Que madruguen si les ayuda, que Dios les pille confesaos.

Estas letras miopes sobre líneas retorcidas quieren rendir mi humilde homenaje a todos aquellos que alguna vez se han dejado la piel por dejarse llevar, a todos los que mandaron su razón a la mierda y lo hicieron de todo corazón, a los que ya no encuentran porque se lo han buscado, a los que prefieren vivir de esta manera antes que irse muriendo de cualquier otra, a los que eligen desterrarse de toda estabilidad y exiliarse de cualquier cosa parecida a la comodidad. Hedonistas por encargo, suicidas a domicilio, inquietos por vocación. Un ole para todos y cada uno de ellos. Un aplauso de parte de cada uno de mis poros.

A estos inadaptados emocionales sólo les mueve lo que realmente les mueve, sólo lo sienten si no se les hace sentir. Rechazan la continuidad como valor supremo y absoluto, absurda ley que postula que las cosas, con el tiempo, no hacen más que mejorar, enriquecerse y madurar.

Y eso, para los que hacen negocio vendiéndonos un futuro mejor, resulta particularmente incómodo. Iglesia, Estado y grandes corporaciones se enriquecen a base de endiñarnos un mañana muchísimo más prometedor que este ahora, el único que realmente nos pertenece. De ahí que haya que sedarnos con mentiras tan vendibles y eternas como sacrificio, esfuerzo, inversión, pensiones y vida eterna. El sudor de tu frente, el valor del contribuyente, porque tú lo vales. Toma, tú vete haciendo tus insignificantes planes para ser feliz el día de mañana, no se te vaya a ocurrir intentarlo a día de hoy, que eso no computa, no cotiza y lo que es peor, no renta.

Malos tiempos para ser incoherente, impulsivo, espontáneo. No es muy maduro eso de llevarse la contraria a uno mismo. No queda bien intuir en lugar de razonar. No parece inteligente tener corazonadas y sentir en consecuencia. Siempre aparece una Wendy Pan dispuesta a recordarte que igual Nunca Jamás valió la pena. Siempre hay una mirada condescendiente deseándote suerte... otra vez.

Pues mira, tú haz lo que quieras, pero yo me niego. Me niego a que conceptos como pasión, taquicardia y enamoramiento, estén mal vistos sólo por efímeros, transitorios o coyunturales. Me niego a creerme que los que renuncian a ellos y duran mucho tiempo son más felices, ríen más y sufren menos. Que tanto descalabro sentimental a nuestro alrededor igual es síntoma de que hay algo que no funciona. Que el que no engaña, está a punto de hacerlo, y el que no, es porque le da pereza, y que Barbie hace tanto tiempo ya que no lo hace con Ken que hasta se le olvida de fabricarse con vagina.

Como alguien escribió alguna vez, cuando habla el corazón es de mala educación que la razón le contradiga.

Y de muy mal gusto, añadiría.

viernes, 18 de julio de 2008

El cuento de Caperucita

No soy nadie.
Desde hace ya años vengo perteneciendo a ese grupo de personas que no depende de sí mismas. Esto puede resultar contradictorio; se supone que a medida que avanzas y creces en edad también vas avanzando y creciendo en libertad paulatinamente. En mi caso, esto no ha sido asi.

Sé que durante mucho tiempo no he sido todo lo correcta que debí serlo, pero ahora que empiezo a comportarme según los criterios y los ideales del mundo alrededor no sé si soy un poco más feliz o un poco más miserable que antes. Las locuras me han llevado hasta extremos innombrables; soy una persona normal, pero quizás demasiado insostenible.
He sido una de las personas que más daño me he hecho. ¿Que como puede ser eso? Pues llevando a cabo historias que no tendrían que estar en mi cuento, entre mis páginas. Y, sin embargo, aquí estoy hoy, hablando sobre ello.
Una vez que la tinta ha penetrado en mis sensibles hojas, ya no hay marcha atrás; no hay tiempo para arrepentirse, lo pasado pasado está y ahí ha quedado, bien como un bonito recuerdo o como un mal momento. Pero ¡qué más da! Yo no me identifico con ninguno de los dos tipos de recuerdos. Nunca me he arrepentido de lo que he hecho; al contrario; podré irme al infierno por todos los pecados que he cometido, pero ellos me han hecho tan feliz que volvería a cometerlos una y otra vez aunque me condenasen al fuego eterno.
Esto todavía no es un recuerdo, qué más quisiera yo que lo fuese (o no); es una realidad. Es mi realidad.
A veces,ni uno mismo se da cuenta de lo que está pasando en su propio interior; yo no me he querido dar cuenta de lo que estaba naciendo. O de lo que ya había nacido sin oportunidades para salir al exterior.
He tenido tantos tantos buenos momentos... Que ahora que he decidido renunciar a lo que hoy por hoy era una parte muy importante en mi vida me siento un poco vacía porque me está faltando algo. Pero la frustración no podia continuar invadiendo mi memoria. Tuve que poner punto y final a un bonito cuento de hadas. A una telenovela. Sin capítulos. Sin capítulos para mi. Solo fue un sueño en el que yo misma me he pellizcado para salir de la irrealidad en la que estaba sumergida. Todo cambió. Cambió y se llevó algo que era lo que más deseaba en el mundo, aunque siempre había sido consciente de lo que ello suponía, de que desde el principio solo había sido un juego tonto que se acabó convirtiendo en algo mucho más serio; sin ilusiones de cambios, sabía a que me estaba sometiendo, el riesgo que corría, y lo peor: que nunca estaría yo sola.

Me empecé a dar cuenta de las miradas, de las caricias, de los abrazos, de las sonrisas... Empecé a ver planes, proyectos... Y la frustración creció porque algo que era mío se me estaba iendo de las manos poco a poco, al igual que la situación. Me di cuenta que Caperucita Roja me importaba más de lo que debía importarme. Y salió mi lobo y se la comió. Se comió a Caperucita Roja.Pero no vino ningún cazador a salvarla; se fue, se fue entre el viento y entre las palabras. Se fue para no ver dolor. Se fue para olvidar. Se fue porque no pintaba nada en este cuento. Porque este cuento tiene un aforo limitado; y el cupo ya está lleno.

miércoles, 16 de julio de 2008

En algún lugar de Mi Memoria

Hoy no os voy a presentar ningún texto de ningún famoso escritor. Tampoco de alguien a quien admire. Hoy voy a presentar mi texto, mi propio texto, el que hoy quiere salir de mis sesos a través de mis venas, llegando hasta las yagas de mis dedos y plasmándose sobre una pantalla tonta.
Quizás no soy una persona importante, de hecho es muy probable que no lo sea, pero supongo que las líneas que a partir de ahora sean redactadas por mi conciencia serán un pequeño paso para la humanidad y un gran paso para mi. En primer lugar porque después de mucho tiempo estoy sacando a relucir de nuevo mis pensamientos; y no tanto éstos, sino más bien mi capacidad para escribir sin pensar y dejar a todos medio de lao porque no entienden nada de lo que escribo. Quizás no lo entienda yo. En fin, dejemos que la imaginación vuele y la memoria se apodere de mis sentidos.

Hace poco leí "Agradecimientos", un texto escrito por una persona importante, en la que explicaba cómo, al fin y al cabo, la gente que menos te esperas toma un gran papel en tu vida y en tu futuro. Esta es una teoría que ya vengo manteniendo desde que tengo algo de cordura para poner mis ideales en orden, pero la verdad es que me he vuelto a dar cuenta de que cualquier persona aporta un granito de arena a tu día a día que al principio no se nota, pero lo típico, que muchos granitos de arena juntos acaban por formar una gran montaña.
Esa gran montaña contendrá momentos buenos, malos, o momentos, simplemente, que por alguna extraña razón se han quedado estancados en algún lugar de tu memoria. Pero lo importante es que están ahí, y que de todos ellos has aprendido algo nuevo. Algo que a lo mejor ni siquiera te esperabas. Has aprendido a caminar, paso a paso, hacia una personalidad llena de fuerza, la fuerza y la energía que te han ido dando con cada pedrada, con cada caída, con cada caricia, y con cada abrazo. No necesitas nada más; solo una vida llena de experiencias te darán la clave para sobrevivir a este tercer mundo carente de sentimientos.


Agradecimientos? Puedo agradecer a mucha gente...
Podemos empezar por lo mítico... "Gracias a mi familia". Vaya por dios. Es tan mítico que hasta me da vergüenza decirlo. Pero, tal y como comencé este olvidado blog, me vuelvo a preguntar ¿Si nos quedara poco tiempo? Y es cuando recapacito sobre lo importantes que se sentirían los míos si llegasen a leer entre mis líneas que les doy las gracias, ya que por lo general no es algo que haga demasiado a menudo. Simplemente, gracias por haberme traído y criado en este incomprensible mundo de locos.
Y como unas cosas se encadenan con otras, esa misma pregunta me lleva a un lugar en el que nadie desea estar, pero que, como tantas otras cosas en esta vida, te ayudan a darte cuenta de lo mucho que vale el existir. Ahora hablo del desengaño amoroso (qué cursi me ha salido), de las desilusiones con esa persona con la que has querido compartir tu tiempo y que finalmente ha acabado en tragedia, locura y soledad. A las personas que me han engañado, desilusionado... (me caberán todas?) Tampoco es correcto dar nombres, y tampoco lo es remover en el pasado. A todas esas personas por las que he sentido algo especial y que me han tirado a la basura... A todas esas también les doy las gracias, por haberme hecho más fuerte. Porque me han hecho darme cuenta de que No me van a quitar lo bailao y que cualquier momento feliz a su lado ha sido un granito de arena mucho más grande que los que han nacido como consecuencia de una lágrima. Porque hoy me doy cuenta de que es hermoso vivir; vivir por una sonrisa, o por una lágrima... Ambas se desvanecerán con el tiempo, así que ¡Qué más da!
Hablando de lágrimas... Doy gracias a todos aquellos que me han hecho llorar, de alegría o de tristeza, porque esas lágrimas han servido para que mi interior estuviese más calmado y más vacío para soportar nuevos retos.
Doy gracias a mis profesores, a aquellos que me tenían manía, que me suspendieron, o aquellos que me consentían... Algunos han calado más hondo que otros (Bruzos, excepcional). Pero todos ellos han impartido su sabiduría, su mala leche o su saber hacer.
A todos los salidos mentales que conoces a través de un chat... Por hacerme reír a carcajadas con sus enajenaciones mentales.
A los que no conozco en persona y me hacen disfrutar de buenas conversaciones (Carlos...), dejando que vuele mi imaginación.
A los que me odian, porque ese sentimiento también tiene que recaer sobre alguien. Y porque así sé lo que se siente cuando uno es odiado.
A los que no han querido conocerme, porque seguramente no valían la pena. Ellos se lo pierden.
A los que me han utilizado, porque al menos he sido útil, y yo también me lo he pasado bien.
A las pocas personas que me han amado y que no he sabido corresponder. Porque me han demostrado que las cosas no siempre salen como uno quiere.
A los locos (Luis) por dejar que mi locura tampoco adoptase ningún límite. Lokita.
A los incomprensibles, aquellos que no logro entender ni con el paso de los años. Sus detestados cambios de humor, sus malas contestaciones... Pero sus grandes abrazos y el inmenso cariño que desploman cuando se extiende su verdadero "yo".
A los enfados, a los malos conductores, a los impertinentes, a los bordes... Y seguramente me falten mucha personalidades por recalcar en esta miserable recolección de pensamientos, pero a todo bien o mal que haya pasado por mi vida, doy las gracias, porque de una u otra forma, han sido un granito de arena que permanece En Algún Lugar de Mi Memoria.