sábado, 24 de abril de 2010

El dia que te merezca

El día que te merezca seré una persona increíble. El día que te merezca seré, de lo bueno, lo mejor. Me admirarás casi tanto como yo te admiro, me envidiarás casi tanto como yo a ti hoy. Los pajaritos se dejarán de cantar babosadas, las nubes de levantarán cachondas perdidas y las vírgenes suicidas abandonarán sus dos vocaciones de un polvazo y sin dilación. Todo eso el día que yo te merezca, todo eso el día que tú te merezcas algo como yo.

El día que te merezca habré hecho tanto por ti como lo que tú ya has hecho por mí. Poner cara de que estás conmigo cuando nadie más lo está. Y ponerla hasta partírtela si hace falta por cualquier tontería indefendible que se me caiga de la boca. Hacer ver que tengo razón aun cuando ya hace rato que me la quitan de las manos, oiga. Y aflojármela un poco cuando ya hace tiempo que se me estaba atragantando. Nuestra amistad dará por fin balance cero, pero un cero con muchos unos a su izquierda y bien relleno de aparentes sobras, como todo buen relleno.

Y es que el día que te merezca, al resto del mundo que le den. Esta sensación de no llamarte ni oírte ni verte lo suficiente no creo que desaparezca, pero como mínimo tendré claro que a ti también te compensa.

Ya sé que nada cambiará demasiado por tu parte el día que te merezca. Seguirás sin exigir tu cambio, como hasta ahora. Seguirás al otro lado de mis cosas, como hasta siempre. Con la distancia prudencial del que viaja todo el trayecto por el carril de al lado, exactamente a la misma velocidad, seguramente hacia cualquier destino menos el mío. Pero mira, igual para entonces ya me siento mejor, por estar dando a la altura de lo que llevo recibiendo durante todo este tiempo.

Mientras tanto, tendrás que conformarte con lo que hay. Mientras tanto, tendrás que perdonarme si sigo siendo fecha en tu calendario, inversión al cero por ciento de interés, llamada perdida de tanto en tanto que te recuerda que tenemos que quedar, y ese encuentro esporádico con todas las garantías de poder retomar las cosas justo en el punto donde las dejamos.

Ahora que lo pienso, es difícil que llegue el día en que te merezca.

La entropía no deja de ser la religión de la naturaleza, la asimetría, su liturgia, y lo natural, este equilibrio catódico entre cosas muy desequilibradas que tienden a desordenarse juntas. Y las personas, las relaciones, las amistades y hasta las cosas más descojonantes, como la pareja, representan equilibrios jodidamente inestables, imposibles, contradictorios... aunque necesarios.

(...)

A lo que iba.

El día que te merezca te llamaré amigo.
El día que te merezca, te llamaré.

3 comentarios:

mon dijo...

Increíble el sentimiento de este texto. Te felicito, me hiciste sentir mucho (:

Anónimo dijo...

Gran autor. Cuanto más leo, más me gusta leer de él. La única pega que le encuentro, que para mí es eliminatoria es el lenguaje; un texto que contiene insultis y palabras mal sonantes te corta la lectura y el gustirrinín que sentías al identificarte con el texto. Es una pena que semejante manjar de obra no se pueda degustar de principio a fín sin tener que apartar alguna espinita.

Anónimo dijo...

Estupendo ,me encanta la descripción del amor en guerra con el corazón y la intensidad de merecer y convenser ...